
Es duro despertar y descubrir que los sueños terminan ahí, donde quisieras que comenzaran; sin embargo, es más duro despertar para encontrar que la pesadilla apenas comienza.
La violencia de género es una realidad latente en todo el mundo, y se presenta en diferentes maneras,psicológica, patrimonial, económica y física, pero en ocasiones quienes la padecen no distinguen hasta qué punto puede ser no sólo víctimas, si no convertirse en cómplices de su propio suplicio. Solapar, justificar, callar, llegar al extremo de autocastigarse o peor aún, dormir para no despertar jamás. Ya que un gran número de mujeres que han sido o son maltrataras, piensan o consideraron el suicidio como solución y única salida a las agresiones físicas o psicológicas de su pareja, la mayoría jóvenes y con toda una vida de violencia a cuestas.
A pesar de que cada día más mujeres buscan apoyo para salir de su particular calvario, está llamada de auxilio no siempre frena los impulsos suicidas. Las mujeres que viven violencia experimentan una sensación profunda de injusticia, incomprensión y soledad; por lo que no les es fácil pedir ayuda o consejo, y llegan a sentirse culpables de su tragedia. Lo importante aquí es la valoración y el saber que no estamos solas, que siempre va a existir alguien que nos tienda la mano y nos sirva de apoyo.
Desde otro punto de vista, la violencia hacia la mujer, también puede representar pérdidas económicas, debido a que la labor creativa de las mujeres se ve disminuida ante el agobio de las heridas físicas y psicológicas del abuso. Como sabemos muchas mujeres son el pilar y sustento de su familia y si este pilar es derrumbado, toda una nueva generación se derrumba con ella.
Por eso es importante que las mujeres conozcamos y reconozcamos nuestros derechos y las instancias que las hacen valer a pesar de tener que pasar por procesos de inestabilidad emocional y económica, y/o amenazas por parte del agresor, previos a la denuncia.
Es duro enfrentar la realidad en la que muchas mujeres, niñas y jóvenes viven, por eso es indispensable hacer énfasis en el factor educación. La educación es sinónimo de solución para erradicar este problema; educar en equidad de género, proporcionando a mujeres y hombres herramientas necesarias para reconocer, respetar y exigir respeto a los derechos de la mujer. Debemos edificar un escenario diferente, por el que miles de mujeres han luchado por décadas y generar en cada acción, día a día igualdad de circunstancias para todas.
Goethe solía decir: “El genio femenino llevará al mundo hacia las alturas”; por el lado espiritual encontramos las palabras certeras de Juan Pablo II, que define a la mujer como: “La posibilidad de salvación del ser humano”. Si la mujer es agredida, la
humanidad pierde, tropieza, cae en un pozo sin fondo en el que no existen más que objetos de uso.
Poner un hasta aquí depende de nosotras, denunciar, buscar ayuda para romper ese círculo vicioso y destructivo. Porque el despertar no debe ser doloroso, al contario, debe significar olvidar las pesadillas y hacer todo lo que este en nuestras manos para que los sueños se conviertan en una realidad esperanzadora.
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