Por Saraí Rangel
Y no me refiero a las etiquetas de facebook, o a la que se queda por error en la ropa nueva, sino a los roles impuestos o auto concebidos por la sociedad. Ya que desde que nacemos nos asignan ciertos roles los cuales tratamos de hacer cumplir durante toda nuestra vida, dictando cómo debemos actuar; si debemos jugar con muñecas, al té y vestir de rosa o jugar con carritos, al futbol y vestir de azul; si seremos unas excelentes amas de casa, esposas y madres abnegadas, hijas obedientes o padres responsables, fuertes y trabajadores.
Pero que pasa en la etapa del autoconocimiento y el crecimiento fisiológico dónde aquello que parece lo correcto, no nos agrada tanto; cuando nos topamos con personas que no pueden o no quieren representar el papel que les “corresponde”; desgraciadamente el no compartir la etiqueta conlleva a que se tenga que pagar un precio muy alto.
Desde luego iniciando por el rechazo familiar, la segregación social y el hecho de exponerse a situaciones de riesgo por el hecho de no contar con apoyo y una comunicación efectiva con sus familiares y amigos, de cierto modo, vivir en la clandestinidad.
Tanto la censura pública como la incomprensión de los seres amamos, hace dudar si se debe asumir el rol impuesto o luchar por lo que se cree, y resistir ante lo que se espera de nosotros. Luchar por lo que creemos y sentimos.
Por poner un ejemplo: El rol de cualquier buena madre es nunca darse por vencida, nunca abandonar a sus hijos sin importar las consecuencias; pero que interesa si quién interpreta ese papel es una mujer o un hombre, al fin de cuentas quien tiene vocación de madre protegerá a sus hijos por sobre todas las cosas.
Entonces, sí una mujer decide no ser madre, es malo y sí un hombre decide serlo es malo; de acuerdo con los supuestos sociales. El por qué obligar a una mujer a continuar con un embarazo que fue producto de una violación o el por qué encarcelar a mujeres que sufren abortos espontáneos, cuando muchas veces ni siquiera sabían que estaban embarazadas, son en todo caso actos violatorios a las garantías individuales de estas mujeres.
O bien, en el caso de quienes deciden sí ser madres, es necesario tomar en cuenta que no por el hecho de que una pareja homosexual adopte a un menor, quiere decir que éste crecerá en la promiscuidad o con una idea errónea de lo qué es una familia; del mismo modo que no podemos asegurar que por el hecho de crecer en una familia tradicional o “normal”, no esté expuesto a cantidad de situaciones que puedan afectarle en todos sentidos.
A favor o en contra, en lo personal, resulta subjetivo y me parece que no podemos tomar partido de situaciones que en realidad muchas veces no nos corresponden; se puede tener una opinión, pero está debe respetar las opiniones de los demás; las personas en su calidad de individuos, sea cual sea su preferencia tenemos los mismos derechos.
Personas que sí deberían ser juzgadas, encarceladas y que realmente dañan a la sociedad: asesinos, violadores, secuestradores, criminales en todas sus acepciones; que por lo general con pagar una fianza quedan en libertad. Y mientras tanto, coartamos la libertad de otr@s, enfrascándonos en las etiquetas que dicta la sociedad.
Si en algo no estamos de acuerdo expresémoslo, pero no satanicemos, ni nos convirtamos en inquisidores modernos. Respetar el derecho de l@s otr@s a decidir, es cuidar nuestros propios derechos.
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